Un año de afectación energética por la Guerra de Ucrania




Un conflicto que no se resuelve

El 06 de marzo de 2022 nadie hubiera pensado que, un año más tarde, seguiríamos hablando del conflicto abierto entre Rusia y Ucrania. Una guerra que, a priori, iba a zanjarse con una rápida victoria rusa o con la intervención apresurada de la OTAN, pero que con el paso de los días y luego meses se reveló como un conflicto enquistado y que se resolvería en el largo plazo.  

Durante las primeras etapas del conflicto armado, los precios del combustible y de la energía -ya en alza desde finales del 2021- se dispararon hasta cotas jamás alcanzadas. El mayor suministrador de gas natural del continente europeo se había revelado como una fuerza potencialmente peligrosa, imprevisible y proclive al conflicto armado.

Con el objetivo de debilitar a la Federación de Rusia y apoyar así a Ucrania en su lucha, los países occidentales dieron orden de cortar toda relación comercial y diplomática con el país gobernado por Vladimir Putin, hecho que acabó de agravar la crisis energética que se derivaría del conflicto. Aunque a algunos les costó más que a otros desvincularse de su principal proveedor energético, eventualmente Rusia quedó aislada.

 

 

Titulares como el que tenemos arriba inundaron las portadas de los periódicos durante semanas. Las facturas tanto de luz como de gas mostraban unos registros que amenazaban impagos por parte de negocios y particulares de todo el país.

Cuando el conflicto se asentó y se llegó al consenso global de que este iba a durar por un período de tiempo prolongado, los países del bloque occidental empezaron a tomar medidas para solventar la crisis energética.

 

Se acabó comprar energía a los rusos

El primer punto de acción para Occidente estaba claro. Rusia no era un proveedor energético fiable y, sin embargo, era el máximo suministrador de energía de todo el continente, así que había que reducir la dependencia energética europea hacia el país. De este modo, cortarían una de sus mayores vías de ingresos, ayudando de paso en la defensa de Ucrania.

Los días 30 y 31 de mayo de 2022, el Consejo Europeo acordó la prohibición de cerca del 90% de las importaciones petroleras procedentes de Rusia, a las que irían siguiendo las importaciones gasísticas. Además, los dirigentes europeos establecieron un marco de actuación que implicaba:

  1. seguir diversificando las fuentes y rutas de abastecimiento energético
  2. acelerar el desarrollo de las energías renovables
  3. seguir mejorando la eficiencia energética
  4. mejorar la interconexión de las redes de gas y electricidad

 

Mucha demanda, escasa oferta

Pocos meses más tarde llegó el verano, y con él, algunos de los registros de temperatura más elevados de los últimos tiempos. La demanda de energía se intensificó y la crisis de suministro todavía estaba lejos de solventarse. Es por ello que los precios de la energía subieron todavía más, superando la barrera de los 200 € kWh.

Fue en ese momento cuando el Consejo Europeo adoptó dos nuevos reglamentos. Uno sobre el almacenamiento del gas, que tenía por objetivo garantizar que los depósitos de gas de los Estados miembros de la UE estuvieran llenos y pudieran compartirse con países que no poseyeran dichos depósitos durante el próximo invierno. El otro, sobre la reducción de la demanda de gas en un 15%, previendo que se podía dar una situación similar en los meses más fríos del año. Estas medidas se consolidaron el 24 de noviembre de 2022, cuando se acordó el contenido de las mismas. Estaban destinadas a garantizar y compartir el suministro de gas en la UE, y se condensaban en los siguientes cuatro puntos que deberían cumplir los Estados miembros:

  1. mejorarán la solidaridad en caso de emergencia real y de escasez de suministro de gas
  2. garantizarán una mejor coordinación de las compras conjuntas de gas
  3. limitarán la volatilidad de los precios del gas y la electricidad
  4. establecerán referencias de precios fiables para el gas

De esta iniciativa nacieron maniobras como la de limitar el uso del aire acondicionado en los establecimientos comerciales en España, por ejemplo.

 

 

Con esos objetivos en mente, el incremento en la demanda durante el invierno no incidió del mismo modo en el precio de la energía, que subieron en menor medida que a lo largo del pasado julio y agosto.

 

Control de precios

Además, la Unión aprobó una última medida para contener la inestabilidad y las subidas bruscas en los precios de la energía a través de un reglamento que no gustó nada a la Federación de Rusia. El 19 de diciembre de 2022, los ministros de Energía de la UE acordaron unas nuevas normas para establecer un mecanismo de corrección del mercado destinado a proteger a los ciudadanos y a la economía frente a precios excesivamente elevados.

Era una medida que ya se había probado efectiva en otros países, como es el caso de España, que implementó el archiconocido como “tope del gas” varios meses antes. Una medida sin duda polémica, pero que contribuyó a paliar la subida de precios de forma temporal.

Queda por ver cómo afectarán estas medidas a largo plazo. Aunque se han mostrado efectivas para contener una subida agravada por la guerra en Ucrania, son muchos los que temen por un posible “efecto rebote”, que, en el peor de los casos, dispararía los precios de la energía una vez hayan expirado.

Y tú, ¿qué crees? ¿Han sido suficientes estas medidas? ¿Se podrían haber implementado de otra forma? ¿Crees que tendrán un efecto rebote?

 

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